miércoles, 2 de junio de 2010

Los cabellos blancos y los comodines penales

Por César Coronel Garcés
ccoronelg@hoy.com.ec

Las leyes, normas jurídicas que regulan la vida de las sociedades, ponen límites a nuestras acciones y sanciones a nuestros errores, tan necesarias pero a veces algunas tan absurdas, así son, pero, por vivir amparados dentro de un ordenamiento jurídico, las debemos respetar y obedecer.
En la actualidad, considero que aquellas mujeres y hombres que están investidos de la facultad -otorgada por nosotros, sus mandantes- de crear, modificar y derogar leyes, deben hacer varias reformas urgentes dentro de la legislación que nos rige.
La primera es respecto a aquella absurda ley que obliga de manera supletoria a las abuelas y abuelos a pagar las pensiones alimenticias de sus nietos ante la irresponsabilidad o la ausencia del o los progenitores de aquellos niños que, muchas veces, son huérfanos con padres vivos y, en la mayoría de los casos, por indolencia e irresponsabilidad.
Mujeres y hombres de cabello blanco, frentes que el tiempo ha marchitado, ese mismo tiempo que destruye los huesos y deja frágiles a quienes los años han caído encima, abuelas y abuelos que, en el ocaso de sus vidas, deberían felices ver caer el sol sobre la montaña de sus existencias pero, ahora, llenarán cárceles tras las rejas de la irresponsabilidad y unas leyes insensibles ante el dolor.
Ningún argumento es válido para matar la libertad de un inocente; ya han muerto muchos de esos ancianos, ¿cuántos ataudes más esperamos? La vida, estamos obligados a disfrutarla y a vivirla mientras la sangre corra por nuestras venas y los corazones, aún cansados, sigan latiendo; más aún, proteger la tranquilidad de quienes sus años entregaron al trabajo, y su experiencia deber ser no solo respetada, sino también agradecida y retribuída con paz en el final de sus días.
Otra reforma que resulta indispensable es la de reducir la edad de imputabilidad para los adolescentes por delitos en los que son directamente responsables, considero que los que tienen más de 16 años ya pueden ser juzgados como adultos; se supone que si pueden sufragar, tienen plena conciencia de sus actos, es decir, matan, violan, roban y secuestran conscientes de lo que hacen.
Nunca había escuchado a alguien hablar sobre esta reforma, que se ha hecho ya en varios países, pero, hace pocos días, en su programa de radio, María Cristina Kronfle -una de las pocas asambleístas honestas y valientes que quedan- mencionó la necesidad de rebajar la edad de imputabilidad, una idea que considero que debe ser apoyada por quienes hoy legislan; aunque muchos de ellos, de la gente y de las leyes, poco saben.
Estos adolescentes, muchos son soldaditos de las calles que reclutan las mafias para que cometan los delitos más graves porque, precisamente, no son criminalizados ni juzgados severamente por normas penales. Es indispensable quitar de las garras de las mafias a estos jóvenes comodines.
Sin que la ingenuidad se apodere de mi pensamiento, tengo fe en que estas reformas se hagan en la brevedad posible con la finalidad de corregir errores que se ejecutan por acciones u omisiones de nuestros legisladores.
No caigamos en el error de inclinarnos y de hacer reverencia al fantasma del miedo. Eso nos convertiría en esclavos.

Fuente: Diario HOY